Parque Natural: un Refugio de Sorpresas

Se organizó una salida al Parque Natural ayer Domingo 16/7/23, para seguir conociéndonos entre los muchos socios que ya lo recorren, los que quieren hacerlo y los que están con ganas de ir sumando disfrute con el avistaje de aves como excusa. La misma estuvo guiada por los socios María Lombardi, Cecilia Scarafoni, y Mariano Burundarena, todos con profundos conocimientos sobre la biodiversidad del Parque, y miembros del grupo de trabajo del Parque Natural.

El día era realmente diáfano y soleado aunque no se puede decir que cálido. Una brisa suave pero bien fría venía desde el rio, soplando incesante, y era necesario estar bajo el sol para no comenzar a sentirse incómodo.
Nada de esto menguó el entusiasmo de un nutrido grupo que se fue acercando ni bien aparecimos, pertrechados con prismáticos y el telescopio ya montado en su trípode.
Nos fuimos presentando, y cuando estuvimos todos, comenzamos la caminata desde el restaurante hacia la entrada del Parque, desde las canchitas de futbol. De movida les íbamos poniendo nombre a las aves que nos salían al paso. Teros, Cotorras, Horneros, un vistoso Carpintero Real. Antes de comenzar dimos las pautas, de que se trata esto del avistaje de aves y qué es lo que requiere. Muy sencillo: esta actividad consiste en ir descubriendo distintas aves y encontrar el nombre correcto de las que vamos viendo. Y para eso hay que estar atentos y saber que si un ave es distinta a otra lo más probable es que se trate de una especie diferente, y por ello tendrá un nombre diferente. Todas las aves ya están nomencladas con sus nombres comunes y en latín. Para identificarlas y ponerle su nombre correcto están las guías de aves, y por supuesto aplicaciones específicas que permiten identificarlas y llevar registro de las ya vistas.
El uso de los prismáticos adecuados aumenta el disfrute ya que las aves esconden pinceladas de colores y de diseños dignas de ser descubiertas. Todo se convierte en un disfrute cada vez más intenso al ir descubriendo tanta belleza en todo un mundo casi desconocido que nos rodea. Con ese espíritu nos lanzamos por el sendero que bordea el pastizal hacia una de las ensenadas.
Los bichos suelen tener sus preferencias y el vientito en general mengua la actividad. Por eso en amena charla avanzábamos sin demasiadas especies para sumar a nuestra lista. Pasaban nutridas bandadas de Gaviotas Capucho Café, bien alto en su derrotero a los lugares donde se alimentan durante el día para luego regresar a los islotes por la tarde. Caranchos siempre presentes volando aquí y allá. Uno que otro posado que nos permitió verlo minuciosamente con sus sorprendentes detalles. Un Carpintero Bataraz Chico entretuvo a un grupo en la retaguardia mientras que adelante pudimos disfrutar en detalle a un Gavilán Mixto Juvenil en el telescopio. Y así seguimos avanzando hasta entrar de lleno en el pastizal, que alberga innumerables especies de aves.
En el último tramo, Mariano escucho algo a lo lejos… Sí, no había dudas, se trataba de Carpinteros Blancos. Tuvimos la suerte de que la bandada entera se nos acercara al lugar a donde estábamos. Revolotearon sobre nuestras cabezas y se posaron en un árbol para que los pudiésemos admirar. Fue un momento mágico, tanto para los que los veían por primera vez como para los que conociéndolos, pudiéramos compartirlos.
Muy entusiasmados continuamos hasta llegar a la entrada de la pasarela al Juncal. Allí el ambiente cambia y el sendero se adentra entre árboles y helechos hasta llegar a la mentada pasarela. Nos asomamos al rio a pleno, la brisa y el sol eran un disfrute en sí mismo.
Los entusiastas avistadores compartíamos charla y comentábamos lo visto hasta el momento .Tuvimos la suerte de poder sumar algunas especies más.
Un vistoso Pico de Plata, muy poco común en este Parque, salió a nuestro encuentro con su plumaje negro y el blanco de sus alas en vuelo. Un Junquero llamaba desde las plantas acuáticas, pero solo lo pudimos pispear fugazmente. Por fin cuando emprendíamos la vuelta, un vistoso Varillero Ala Amarilla se dejó ver para unos cuantos.
Contentos y ya cansados después de casi 3 horas de recorrido, decidimos regresar al punto de partida. Algunos se iban despidiendo en el camino, otros continuaron la caminata por su cuenta y un grupito nos quedamos a tomar un cafecito y compartimos una amigable charla antes de tomar la lancha.
Ya embarcados tuvimos una ¡yapa fantástica! ¡Un Lobito de Río se zambullo en el juncal próximo al muelle! Ese fugaz encuentro nos deja con las ganas de seguir conociendo un mundo nuevo, ahí nomás, del otro lado del Rio Lujan, en nuestro propio club.
Habíamos estado en pleno contacto con la naturaleza, algo que reconforta mucho. Contar con el privilegio de tener en nuestro club con un lugar así preservado, es algo que nos proponemos seguir disfrutando.

Gracias a todos los que se decidieron a compartir tan grato momento y ¡hasta la próxima!